El actor de 51 años murió este miércoles dejando un legado enriquecido por los detalles de su interpretación del mafioso Tony Soprano
Por Todd Leopold / CNN
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(CNN) — Tony Soprano era conocido por pequeños detalles. La forma en que masticaba su cigarro en los créditos de apertura de The Sopranos. La forma en que se movía para tomar su periódico, vestido descuidadamente con una bata blanca. La forma en que su voz cambiaba, de una plática normal a un ladrido, cuando hablaba con su psiquiatra. La forma en que asesinaba...
James Gandolfini era un maestro de las cosas pequeñas. “Recuerdo decirle muchas veces: 'No lo entiendes. Eres como Mozart'", dijo en un comunicado David Chase, el creador de The Sopranos.
Gandolfini murió la noche de este miércoles mientras estaba de vacaciones en Italia. Tenía 51 años. La causa de su muerte no se anunció pero se cree que fue un infarto.
Antes de The Sopranos, Gandolfini, un exconductor de camiones y excantinero que no actuó hasta que tenía veintitantos años, era un actor muy considerado en el escenario y la pantalla.
Tuvo un papel pequeño en el resurgimiento de 1992 en Broadway de Un tranvía llamado deseo, con Alec Baldwin y Jessica Lange, y apareció en películas como True Romance (1993) —escrita por Quentin Tarantino—, Get Shorty (1995) y A Civil Action (1998).
Aunque sus papeles fueron limitados, les invirtió belleza e invención. Pero parecía destinado para una carrera como actor de reparto hasta que llegó The Sopranos.
The Sopranos era televisión al límite. El programa de HBO, que puso a la cadena de cable en el mapa por el material original, podría haber sido una farsa, una tragedia, una película slasher, un drama de la vida moderna o una parodia de las películas de gángsters. Y, de hecho, era todas esas cosas con Gandolfini como el angustiado jefe de la mafia, Tony Soprano.
Soprano era un protagonista inusual, especialmente para un programa de televisión: un jefe de la mafia violento y brutal, un patriarca asediado, un empresario calculador. Era como si Sonny, Vito y Michael Corleone de El Padrino se hubieran combinado en una figura descomunal.
Podría haber sido de otra manera.
Gandolfini fue uno de los tres finalistas para el papel, dijo Alan Sepinwall en su excelente historia de televisión, The Revolution Was Televised. Chase dijo que fue seleccionado porque “el programa que imaginé es el programa que tiene a Jimmy. Es un programa más oscuro con Jimmy allí”.
"En algún momento dije que esto podría ser como Los Simpson en la vida real", dijo Chase a Sepinwall. “Una vez que lo vi hacerlo pensé 'no, eso no está bien'. Puede ser algo absurdo, puede tener mucha m***** estúpida, pero no puede ser como Los Simpson en la vida real”.
De hecho, en lo que se convirtió fue en el programa mejor escrito en la historia de la televisión, según una encuesta reciente del Sindicato de Escritores de América. Muchos episodios eran tan ricos como novelas, o tan finamente labrados como una buena historia corta.
Sin embargo, escribir solo te lleva hasta cierto punto, necesitas actores para habitar esos personajes. Y con Gandolfini, Edie Falco, Michael Imperioli, Lorraine Bracco y tantos más, The Sopranos le dio vida a los guiones.
Los fanáticos pueden escoger sus favoritos, pero dos episodios destacan por la actuación de Gandolfini. El primero, Whitecaps, incluye una escena entre él y Falco (como la esposa de Tony, Carmela) que fue tan cruda y dolorosa como ver una pelea entre tus padres.
El otro, Join the Club, presenta una experiencia extracorporal en la que Tony (en coma) imagina que es un vendedor de óptica llamado Kevin Finnerty. Aquí, Gandolfini se quita el acento de Nueva Jersey de Tony y, con esto, su apariencia de tipo duro. De repente es razonable, abierto y de alguna manera más brillante.
Es fácil confundir a los actores con sus papeles más famosos. Con este episodio, Gandolfini mostró que no era más Tony Soprano que Kevin Finnerty, sino que era él interpretándolos... brillantemente.
"En todo caso, Gandolfini a menudo llevó más allá las cosas de lo que Chase había planeado", escribió Sepinwall. En el piloto, una escena "pedía que Tony cacheteara a Cristopher (Imperioli) ligeramente en la cara; en su lugar, Gandolfini levantó al pequeño Imperioli para aclarar su disgusto".
Trabajó para meterse en la mente de Tony, dijo Gandolfini a Inside the Actors Studio, según señaló el obituario de The New York Times. Como se quedaba despierto toda la noche, ponía una roca en su zapato. “Es tonto, pero funciona”, dijo.
The Sopranos le dio a Gandolfini fama y riqueza, se metió en una disputa de contrato antes de la quinta temporada y eventualmente ganó un contrato que valía aproximadamente 13 millones de dólares, según un reporte de Variety en ese tiempo. Interpretó a un general en In the Loop y al director de la CIA, en Zero Dark Thirty, ninguno fue un papel llamativo o muy grande. Protagonizó la producción de Broadway de God of Carnage y fue nominado a un Tony. Produjo documentales sobre soldados heridos.
Entre sus últimos papeles estuvo en la no muy vista Not Fade Away de Chase, que salió en 2012. En esta, Gandolfini interpreta a una persona torpe de Nueva Jersey, esta vez como un vendedor de la década de 1960 que no puede conectarse con su hijo enamorado del rock.
Podría haber interpretado el papel como una persona disciplinada como el Gran Santini, o como una persona blanda confundida, o un ignorante suburbano. En su lugar, logra llenar el papel con notas elegantes, en un minuto como alguien divertido, y en el siguiente como alguien frustrado, y finalmente como un padre amoroso que le da tranquilamente algo de dinero a su hijo mientras el chico se prepara para alejarse. Era una figura complicada, tridimensional y le dio a la película una profundidad inesperada.
Gandolfini seguramente será mejor recordado por Tony Soprano, el papel de su vida. Es una pena que esa vida fuera tan corta. El maestro de las cosas pequeñas dejó un legado que ocupa un lugar preponderante.