La periodista venezolana afincada en España desde el 2006 se ha convertido en un fenómeno internacional
Elena Hevia / elperiodico.com/
La periodista venezolana Karina Sainz Borgo, en Barcelona. / FERRAN NADEU
Ha sido la sensación de esta temporada. ‘La hija de la española’ (Lumen), la novela con la que la periodista venezolana radicada en Madrid se estrena en la ficción se ha visto aupada por muchas circunstancias: enamorar a 22 editores en la Feria de Fráncfort antes incluso de que el libro echara a andar en España, coincidir con la etapa política más candente y dolorosa del país petrolero y relatar la aventura de una mujer aparentemente frágil pero llena de fuerza, la historia de Adelaida tan parecida a la autora, la joven que decide huir de un país que se va al garete.
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¿Se siente parte de esa literatura latinoamericana que parece llevar el exilio en los genes?
Si, por supuesto. Pero creo que también esta novela tiene mucho de Jorge Semprún, de ese tipo de obras que reflexiona sobre los procesos totalitarios y la supervivencia del individuo al que se intenta borrar. También me interesaba hacer una gran alegoría sobre la persecución política, la creación de un falso enemigo o la idea del verdugo y la víctima. En el fondo, hay mucho de distopía en mi novela.La novela ha aparecido en un momento en que Venezuela está en las primeras páginas de los diarios.
Y sin embargo la tragedia venezolana lleva años ocurriendo. Las voces críticas eran como Casandra, condenadas a no ser creídas. En el marco internacional la gente utilizaba a mi país como un ping pong político, pero nadie tenía verdadero interés por el tema. Ahora, viendo a la gente abrigarse con toallas parece que sí, que ahora es verdad.¿Sigue teniendo familia en Caracas?
Mi hermana que es bióloga e investigadora universitaria sigue allí porque está convencida de que los países no desaparecen. Ella sigue creyendo que su presencia y la de determinadas personas asegura que en el país quede el testimonio de esa resistencia.¿Desde fuera se puede tener una idea clara de lo que está pasando allí?
Bueno, no hay agua, no hay comida, no hay medicinas. Y políticamente tienes un régimen usurpador que está desacatando la constitución que coloca en el presidente de la asamblea nacional la potestad de convocar elecciones. Las que se convocaron ni siquiera estaban reconocidas por la comunidad internacional. Y está claro que existe muy poca preocupación por parte de los gobernantes frente a la crisis humanitaria.Todo eso está claro, ¿pero la presencia de Estados Unidos no enturbia este panorama?
Es verdad, hay un mal recuerdo de su intervencionismo, como lo de Noriega en el 89. Sin embargo, Estados Unidos forma parte de la OEA, un concierto en la región que intenta acompañar a la nación venezolana, entre otras cosas. Porque ahora se ha convertido en un problema allí, un millón y medio de venezolanos han llegado a Colombia y eso es algo que puede colapsar un país. También hay otros factores complicados, Bolsonaro que es un populista de derechas va a valerse de esto para sacar pecho. Sea como sea, tienen que convocarse unas elecciones. Y es que todo sea dicho, no me entusiasman los pronunciamientos de hombres fuertes y a caballo.¿En qué medida su novela ilumina todo esto de lo que estamos hablando?
‘La hija de la española’ traza un retrato que aspira no solo a esclarecer lo que está pasando sino también a poner por escrito las corrientes profundas que llevan a un país a esa situación. Cuenta como la vida no tenía ningún valor y cómo ese germen de pudrición empezó a subir de volumen. Cuándo se vino a España hace 12 años no tuvo necesidad de cambiar de identidad, como su protagonista. Pero está claro que existe un reflejo entre ambas. Yo le di a Adelaida la idea de que ya no me reconocía en Venezuela. Pero eso es algo que ocurre allí. Durante la posguerra española muchos cruzaron el Atlántico para instalarse allí, años más tarde ese país se vuelve bronco e irreconocible, pierde la memoria y empieza a expulsar a sus hijos. El mar es cómo un quirófano que te abre en canal y te obliga a dar una versión nueva de ti mismo.¿No tiene miedo de que el libro se convierta en exotismo para europeos?
Eso verdad, puede ocurrir eso. Pero yo lo escribí porque echo de menos mi país. Lo hice porque me sentía sin casa y necesitaba reconstruir aquello. Luego, como se reciba, ahí ya no entro.¿El libro puede llegar a Venezuela?
Caso de que algún editor valiente se decida a editarlo, cualquier lector necesitará el sueldo de cinco meses y no alimentarse durante todo ese tiempo para pagarlo.Dígame que hay esperanza.
Mi libro es honesto con su propia lógica y no promete nada a nadie. En Venezuela, va a costar corregir lo que ha pasado. Hay una generación entera que no conoce un Estado de separación de poderes. Creo que hemos retrocedido mucho más tiempo que el que tenemos como país.Twittear |